La entrada al hogar pandémico

Orriols tiene un muro. Un muro que separa dos calles del barrio y que aislaba a unos vecinos del resto. Esta pared, desde 1960 hasta el día de hoy, tiene un agujero que permite el acceso hacia la otra parte del barrio sin la necesidad de dar la vuelta a la manzana: el agujero de la vergüenza.
Este pasaje fue creado por los propios vecinos del barrio y comunica las calles de Agustín Lara y Baeza. El edificio que bloqueaba el paso era del restaurante Balaguer y la razón de la creación de esta escapatoria reside en que el derribo de dicho muro implicaba tener que lidiar con los derechos de propietarios privados.
Esta entrada se trata de un icono esencial del barrio que se ha convertido en una casa para sus vecinos durante esta pandemia, especialmente en el confinamiento. Me gustaría destacar el barrio como casa, y el agujero de la vergüenza como la puerta o entrada a ese hogar vecinal.